El diario LaTercera publicó la siguiente columna del gerente general de Quiñenco, Francisco Pérez Mackenna:
Este jueves, bajo la idea de ir “contra el inmovilismo”, se desarrollará un nuevo Encuentro Nacional de la Empresa (Enade), en el que, por fin, el país volverá a hablar de crecimiento. Ello es alentador después de años en que, de tanto darlo por hecho, Chile sacó el pie del acelerador.
Pese a que la reflexión ha sido “cómo retomar el crecimiento”, en ella subyace una premisa incorrecta. El crecimiento no ha sido una constante de la cual nos alejamos excepcionalmente, sino al revés: mirado en perspectiva histórica, es el crecimiento el que ha sido una excepción en nuestros 214 años de vida independiente.
Materialmente, mirado por ingreso per cápita, esperanza de vida, personas bajo la línea de la pobreza y otros indicadores, estamos nítidamente mejor que a fines de la década del 50, cuando yo nací. Pero eso no es porque hayamos crecido en forma permanente, sino porque a contar de 1990 vivimos 16 años de alta productividad y crecimiento. La Productividad Total de los Factores (PTF) viene cayendo desde 2006 y hoy se ubica apenas un 26,5% por encima de la de 1960. Es decir, casi toda el alza en productividad de las últimas seis décadas se concentra en esos 16 años.
Entonces, aparte de volver a crecer, debiéramos plantearnos otro desafío: cerrar la brecha con las economías desarrolladas. Hoy, los países ricos tienen ingresos promedio que son más de 10 veces el de los pobres, pero los modelos matemáticos clásicos sólo logran explicar diferencias de dos a tres veces.
La trayectoria de la economía chilena nos ha servido para subir en la tabla de posiciones de la división de ascenso, pero no para llegar a Primera A. Nos movimos mejor que nuestros pares durante 16 años, pero luego empezamos a dar un paso adelante y otro paso atrás, alternando gobiernos con visiones opuestas sobre la estrategia para Chile. Nos desviamos del sueño de convertirnos en un país desarrollado gracias al libre mercado, la apertura al comercio global y la fortaleza de las instituciones, claves en el propósito de competir de igual a igual por los recursos materiales y humanos disponibles en el mundo.
Como país debiéramos asumir el crecimiento como una política de Estado, al igual que trabajar para cerrar la brecha con los países desarrollados. Buscando en la academia fórmulas para disminuirla, se pueden identificar al menos cinco factores, todos relacionados a los incentivos.
Chile compite por atraer inversiones siendo un mercado pequeño que crece poco en ingresos y en población (0,6% estimado para 2025). Entendamos que las malas políticas públicas de los demás países son una oportunidad de crecimiento para nosotros, y que nuestras malas ideas son una oportunidad para ellos.