Con 127 años de vida, Banco de Chile es el banco más antiguo del país y ha sido testigo y actor en nuestra historia.

Fue fundado en 1893, en medio de la bonanza del salitre en Chile. Nació de la fusión de tres de las instituciones financieras más importantes del siglo XIX: Banco de Valparaíso (1855), Banco Nacional de Chile (1865) y Banco Agrícola (1868). Abrió sus puertas con un capital de 20 millones de pesos, dos oficinas en Santiago y 23 sucursales en el país. Prontamente inauguraría una agencia en Londres, dado el auge del comercio internacional del salitre.

Su relevancia financiera se hizo presente desde los inicios. Ya en la década de 1920 se había consolidado como el banco más grande del país por créditos otorgados, con el 33% del mercado. Si en 1918 tenía 683 empleados, con el tiempo su presencia fue extendiéndose hasta los últimos rincones de Chile.

Entrelazado con la historia, dos de los presidentes de Banco de Chile alcanzaron la Presidencia de la República: Germán Riesco (1901-1906) y Juan Esteban Montero (1931-1932). Un tercer mandatario, Ramón Barros Luco (1910-1915) fue miembro del directorio del banco.

En 1926 Banco de Chile inauguró su nueva casa matriz en el centro de Santiago. Siendo una de las construcciones más emblemáticas del país, el edificio de calle Ahumada fue diseñado por el arquitecto Alberto Siegel y su construcción duró más de cinco años, ocupando a un millar de trabajadores. Su gran cúpula, sus escaleras de mármol y amplios espacios brillan hasta el día de hoy en un edificio que es monumento histórico.

En 2001 tomó el control del banco el Grupo Luksic a través de Quiñenco S.A.  Fusionado con el Banco A. Edwards, en 2008 se asoció con Citigroup, la mayor empresa de servicios financieros del mundo.

La relevancia del banco, sin embargo, no es solo financiera. Ha sido un motor en el desarrollo del país y en la construcción de mayor bienestar para todos sus habitantes. Su historia y compromiso con Chile muestran también que el banco ha estado siempre involucrado en las causas nacionales, en las grandes campañas y en la reconstrucción tras los desastres naturales. Ejemplo de ello fue su labor tras el terremoto de 1939 de Chillán, donde contribuyó a la recuperación de la zona devastada. En 1960 volvió a tender una mano para el terremoto de Valdivia con créditos especiales, y en 1985 y 2010 participó en el programa Chile ayuda a Chile, en ayuda a las zonas afectadas por los terremotos de esos años.

Pero quizás su obra más emblemática es la de tener la cuenta corriente más conocida de Chile: la 24.500-03 de la Teletón. Por más de 40 años sus colaboradores han dado un generoso apoyo a la más grande campaña de recolección de fondos del país.

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