Capital, capital y más capital

Miradas
08 Noviembre

En su nuevo libro titulado “Megathreats”, Nouriel Roubini se refiere a 10 fenómenos que amenazan severamente el bienestar global. Plantea que los líderes del mundo pueden mitigar los riesgos asociados a algunas de estas calamidades pero pensar que podremos hacer frente a todas ellas de forma simultánea, es poco realista. Según consigna el World Economic Forum y McKinsey & Company, países de menores ingresos se verán más afectados pues la resiliencia que se requiere para enfrentar una crisis consume recursos que dichas naciones no tienen. La única respuesta efectiva para enfrentar los desafíos que nos asechan, es un enérgico incentivo a la inversión que alimente la creación de la riqueza necesaria para capear la tormenta. El sector privado tiene sobre sus hombros la responsabilidad de ejecutar dicha labor pero no puede hacerlo solo: requiere de políticas públicas que sean un catalizador y no un obstáculo a la tarea que se debe emprender.

Sería largo listar todas las amenazas identificadas por “Dr Doom” –apelativo que se ganó Roubini por su acertado pronóstico de la crisis financiera global que sufrimos a fines de los 2000–, por lo que solo mencionaré algunas de las que me parecen más relevantes:

  1. El mundo enfrenta la mayor crisis de deuda de su historia. Al cierre de 2021, la deuda de los sectores público y privado ascendía a un 350% del PIB global, muy por encima del 200% que alcanzaba en el año 2000. Cada vez que hay un problema, los países le “roban” un poco de crecimiento a su futuro a través de la deuda, pero los estados siguen gastando y la austeridad que permitiría recuperar la salud del balance rara vez llega. Además de ser de una magnitud insostenible, los actuales niveles de deuda dificultan el trabajo de la política monetaria y la autoridad se queda sin herramientas frente a la inflación.
  2. A la deuda explícita, se le suma la deuda implícita que los diferentes países tienen con sus pensionados: según estimaciones de la OCDE, a las 20 economías más grandes del mundo les faltan $78 trillones de dólares para financiar sus pasivos previsionales. De más está advertir que la transición demográfica que enfrenta el mundo no ayudaría a solucionar el problema.
  3. Las monedas de las economías más débiles sufrirán de forma más acentuada, alimentando la tendencia hacia el proteccionismo e hiriendo la globalización. Un mundo menos conectado presionaría los costos de producción, lo que a su vez empeoraría la crisis de precios que ya vivimos.
  4. La nueva “guerra fría” que se manifiesta en la creciente rivalidad entre China y EEUU, sumada a expresiones como la invasión a Ucrania por parte de Rusia, profundizarían la desintegración global y destruirán valor.
  5. El cambio climático está teniendo efectos en la productividad agrícola y hace urgente una transición energética ambiciosa. Ésta será costosa y requerirá invertir un 7,5% del PIB global para mantenernos bajo la temperatura atmosférica máxima que se ha fijado como meta.

Según Roubini, todos estos fenómenos son previsibles, se espera que nos golpeen en el corto plazo y se traducen en el empeoramiento de un problema que el mundo ya está sintiendo: la estanflación. Cada una de las amenazas identificadas implicará mayores precios y hará más difícil que las economías crezcan. En línea con las ideas que compartí en un artículo anterior (“El dilema de las falsas preocupaciones”), la identificación de amenazas sin un plan robusto para enfrentarlas nos paraliza y afecta la salud de los equipos. ¿Cómo pueden prepararse las corporaciones no solo para encarar la tormenta sino para salir de ella con un renovado impulso? Algunas ideas:

  1. Mayor solvencia: Es imperativo cuidar el balance y buscar una estructura de capital conservadora. Costos crecientes, mayores tasas de interés y un perfil de crecimiento más modesto, presionarán los márgenes y es importante estar preparados.
  2. Resiliencia operacional: Las compañías deben buscar formas de absorber fluctuaciones abruptas minimizando el “efecto látigo” y el desabastecimiento. Mayores niveles de seguridad en los inventarios es una de las medidas más intuitivas.
  3. Ciberseguridad: El cibercrimen es un riesgo enorme para el mundo corporativo, que complementa las amenazas antes descritas. Tener la capacidad de enfrentar adecuadamente eventuales ataques es básico para evitar importantes disrupciones en la operación de cualquier compañía.
  4. Robustez organizacional y liderazgo: Los equipos necesitan líderes resilientes e inspiradores, particularmente en tiempos difíciles. Administrar la bonanza es sencillo, la calidad del capital humano se pone a prueba en vuelos de mayor turbulencia.

Estas y otras iniciativas con objetivos similares, implican capital, capital y más capital. Menos deuda, más inventario, mejor tecnología y mejores ejecutivos, se traducen en inyecciones de capital económico y humano. Si se pretende preparar a las empresas para capear el vendaval, impulsar el crecimiento posterior y proteger el empleo, es necesario que las políticas públicas provean incentivos notorios que atraigan el capital que permitirá lograr el objetivo. Desde luego, Chile no escapa a los riesgos que el mundo enfrenta y, hoy más que nunca, resulta urgente promover la inversión para permitir que los diferentes actores retomen la senda hacia el progreso.

Diego Bacigalupo
Gerente de Desarrollo de Quiñenco S.A.

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