En el marco de su participación en el seminario “Reforzando el Futuro de la Democracia en las Américas” -organizado por el Centro para América Latina Adrienne Arsht del Atlantic Council en asociación con el Departamento de Estado de Estados Unidos, Clapes UC, Amcham Chile y CNN Chile-, el gerente general de Quiñenco, Francisco Pérez Mackenna, abordó los desafíos para Chile y Latinoamérica en materia de desarrollo.
Al ser consultado sobre su visión de lo ocurrido en Chile en los últimos cinco años, Pérez Mackenna -citando un estudio del profesor Claudio Sapelli- destacó “la generación que nació entre 1999 y 2004, por primera vez en 30 o 40 años, llegó siendo más pobre que las generaciones anteriores. Eso fue como la chispa que encendió la pradera”.
“Hemos aprendido que una de las razones que más explica la felicidad es que uno sienta que le está yendo mejor de lo que les fue a sus padres. Y ese cambio de tendencia, que es producto de 12 años del estancamiento económico, es un elemento que uno no puede olvidar al momento de tratar de entender lo que pasó, y que en cierta medida va a seguir pasando, porque esa tendencia no ha cambiado”, agregó.
En ese sentido, Pérez Mackenna planteó que “el desarrollo, el progreso, incluso también la reducción de la desigualdad, tienen que ver con un factor: el desarrollo de capital humano. Eso es lo que cambió al mundo desde principios del siglo XIX, particularmente en los países anglosajones: por primera vez, las generaciones empezaron a invertir de verdad en mejorar el capital humano de sus hijos. Si uno no tiene eso, la verdad es que es muy difícil que uno logre vencer la pobreza y salir del subdesarrollo”.
Finalmente, el gerente general de Quiñenco afirmó que “si bien es cierto que hay muchas razones para estar pesimistas, creo que hay una en particular para estar muy optimistas: estamos ubicados en un lugar privilegiado del planeta, sobre todo por dos recursos fundamentales: litio y cobre. Estamos en un lugar particularmente favorable para aprovechar la transición energética produciendo estos y otros productos, como el sol en el desierto, para poder generar muchos recursos”.
“Ahora, si esos recursos no se usan, y no se transforman en capital humano, vamos a haber perdido la oportunidad. Entonces, si bien es cierto que tenemos nuestros líos por el lado de la política, y venimos saliendo de muchos conflictos, veo con esperanza que debiéramos ser capaces de ponernos de acuerdo, a través del diálogo, para aprovechar esta oportunidad y lograr llenar ese vacío y cerrar la brecha con los países del norte en capital humano. Creo que esa es la misión más importante a la que debiéramos avocarnos: cómo logramos cerrar el gap de capital humano entre nuestras economías y las sociedades más desarrolladas”, concluyó.